Desprestigiando un sueño

¿Recuerdan cuando éramos niños y anhelábamos vestir la camiseta en un estadio repleto jugando la Copa del Mundo? Bueno pues parece que los jugadores mexicanos no tuvieron infancia; porque ¿Calidad? Tenemos. ¿Producimos jóvenes promesas? Por supuesto. ¿Tenemos una liga competitiva? Mñé, puede ser… Entonces me lleva al punto número uno (¡Rudy, Rudy, Rudy!), que es no tener idea del motivo de algunos sobre rechazar el privilegio que todo niño sueña con tener algún día, la meta de cualquier futbolista profesional.

Entonces, pongamos los pies sobre la tierra; el punto número dos: ¿Quién se creen para rechazar una convocatoria? Es decir, ¿Quiénes son en el libro de la historia del fútbol? ¿Qué han ganado? ¿Realmente son los mejores en la actualidad para desestimar una convocatoria? Y aunque todos se pasan la culpa, la verdad es que todos somos parte de esto, nosotros como aficionados que empoderamos a un jugador por hacerle un caño en la mitad del campo al rival que tenía 34 años, por comparar, a no importa quién con un Messi, un Cristiano, un Mbappé, cuando en sus ligas anotan de 30 a 40 o más goles en una temporada larga, mientras en México le queremos cambiar el nombre del estadio por el de un delantero que metió 15 goles. EN TODO EL AÑO. Madre mía.

Dejando de lado el sentimentalismo sobrinos, los tiempos han cambiado y los días en donde los huevos sobraban en el campo terminaron, ahora prefieren tener más seguidores que goles. Ahora parece que todos son de cristal, pero no por las lesiones, hablamos de su ego, de su imagen. El futbolista mexicano parece estar en cero tolerancia, no les gusta que los critiquen, que los comparen y, no es raro, es hasta normal en México. La psicología del futbolista mexicano es como su propia Federación, está todo mal.

Fuimos afortunados de ver como un mexicano dejaba todo por esos colores, de ver cómo abandonaba un Mundial en plena concentración para asistir al funeral de su padre para luego volver, ganar un partido, y llorar al silbato final. De perderse el nacimiento de su hijo. De cargarse el equipo al hombro contra potencias mundiales porque ellos sí eran profesionales, a ellos no les pesaba la crítica, a ellos a ellos no les importaba la imagen, a ellos sí les gustaba el fútbol.

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